martes, 4 de septiembre de 2018

Memoria del Taller “Incorporando la gestión del riesgo y el cambio climático en los programas de maestría y doctorado del Perú”











1. Marco conceptual de la gestión del riesgo y el cambio climático

Exposición de Allan Lavell1

Les expreso mi agradecimiento por su presencia, en particular porque se trata de profesionales universitarios, porque en mi carrera profesional también he sido investigador docente y es un gusto reunirme con ustedes para abordar las perspectivas conceptuales para llegar a postulados prácticos que de todas maneras influyen en la realidad. Sugiero que dialoguemos desde el inicio.


La temática de Gestión del Riesgo aparentemente no es sencilla, requiere bastante tiempo para afinar los conceptos y el entendimiento alrededor de ellos. Cuando pienso en este tema, lo asocio al lema que se ha difundido en el Perú “Defensa Civil somos todos”, pero traducido al lema de “En gestión de riesgos intervenimos todos”. Lo que se pretende con el debate en esta reunión es romper una tendencia que nosotros mismos hemos creado e introducir una nueva forma de pensar en la educación que propicie en la práctica la gestión del riesgo y no del desastre.


Tenemos el legítimo afán de propiciar más interés y docencia en el tema emergente de Gestión del Riesgo, que no tiene la presencia en las agendas de los gobiernos como quisiéramos. No  forma  parte  de  las  prioridades de  los  gobiernos a  nivel  mundial, sin embargo han existido a lo largo de los años esfuerzos para poner la temática en la agenda. Se suele tratar el riesgo como si tuviera autonomía de otros problemas, hay que hacer esfuerzos por encontrar los vínculos, se trata la temática a semejanza del concepto de pobreza respecto al desarrollo, como si no tuvieran vínculos, pero sabemos que tienen relación. Hemos hecho el esfuerzo de comprender que la gestión del riesgo se construye en la sociedad, por tanto necesitamos impulsar su descentralización, ahí la pregunta es cómo tratar la temática en la oferta educativa afín de ampliar su conocimiento y tratamiento académico. Hay muchos intentos de transversalización del tema. Pero se hace necesario precisar el enfoque, porque con el concepto del desastre y la gestión del desastre no es posible avanzar y llegar a un acuerdo sobre la gestión del riesgo como tal.


Entender una problemática como desastre es  tratar el  producto sin  el  proceso que lo configura, por lo tanto no encaramos el asunto de revertir el proceso de creación de las condiciones de riesgo por parte de la sociedad y que culmina en desastre. El desastre es un producto, una manifestación social que se expresa en términos de daños y pérdidas, que afecta de alguna forma la rutina de la sociedad involucrada. Si incluimos en la definición de una situación de desastre, el que se requiera apoyo externo, estamos confundiendo la perspectiva de la investigación con la perspectiva de las decisiones de intervención. Hay que llegar a una definición científica, pues es la base de la que va a partir un investigador.

1 Ph.D, Consultor internacional, referencia FLACSO – San José de Costa Rica, experto consultor de GTZ y PREDECAN en Gestión del Riesgo


En los últimos 10 años, se está transitando del concepto de desastre al concepto de riesgo, del producto al proceso, a la construcción de condiciones de riesgo en la sociedad que tendrá manifestaciones negativas para  la  misma sociedad, y  que  llamamos catástrofe, desastre, emergencias, según la perspectiva familiar, local u otra. Riesgo como probabilidad de daños o pérdidas a futuro está asociado, en el caso y contexto que utilizamos, con algún fenómeno físico extremo que impacta en sociedades y conducen a pérdidas. En torno a esta problemática es que la discusión se da. El debate que buscamos impulsar es como tratar esta problemática de la construcción y de la gestión del riesgo desde las perspectivas investigativas, docentes y de intervención. A eso que antes hemos llamado gestión o manejo de desastres o emergencias y que ahora comprendemos como proceso de construcción social del riesgo, en el cual el desastre es el producto.


En Lobaina existe la más importante base oficial de datos de desastres. De acuerdo a esa información, lo que más destaca en términos de pérdidas humanas como tema del siglo, son las producidas por epidemias, es decir, por problemas de salud pública. Así mismo, en los últimos 40 años se constata que los daños y pérdidas económicas han aumentado en un 600%, sólo referidas a la afectación por eventos hidro meteorológicos, pero sin que se haya producido un aumento de los eventos extremos tales como sismos, huracanes, etc. No hay evidencia de un aumento de su número. Es  decir, estamos frente a  un fenómeno de aumento de pérdidas económicas no asociados a la naturaleza. La pregunta entonces es


¿por qué no está asociado?. Lo que estamos insinuando es que hay causales más allá del mundo físico y sobre esos factores hay que intervenir para bajar la incidencia de pérdidas económicas y de afectación de la vida humana.


Cuando se mira al futuro, atendiendo a los Informes del Grupo de expertos sobre Cambio Climático,  especialmente  el  Cuarto  Informe,  se  puede  afirmar  que  ya  se  produjo  un consenso sobre la participación humana en la generación del proceso del cambio climático acelerado y que si no se toman medidas para la adaptación a este cambio, las pérdidas serán extremadamente inmensas. Si no hay interrupción del proceso entre 30 a 40 años, el mundo  va  a  perder    un  equivalente al  20%  del  PBI,  por  el  impacto  de  las  sequías, huracanes, inundaciones, por ejemplo. Las estimaciones sobre el aumento del nivel del mar varían significativamente, pero en lo que no hay duda es que este proceso se expresará en un aumento del nivel del mar. También se estima la  movilización de 600 millones de personas a causa del estrés ambiental, pero aún el tema no ha sido asumido como prioridad política, a pesar de no ser un tema autónomo ni separado de otros que parecen dominar en el mundo.


Cambio climático, desarrollo sostenible y  pobreza nos  dicen  que  hay  un  desafío para vincular el proceso de generación del riesgo y del desastre con los temas de cambio climático, de desarrollo y de pobreza, así mismo que no hay que considerar que la temática es un asunto o responsabilidad solamente de una institución de gestión de riesgos o de desastres. El tema va ligado a procesos fundamentales de la sociedad. Impulsamos este tipo de debate, porque en esencia hemos identificado que hace 40 años había una visión dominante que caracterizó al fenómeno como desastre natural. No hay tales cosas, son desastres  en  tanto  son  impactos  sobre  la  sociedad. No  es  sólo  el  evento  físico  que contribuye a las pérdidas económicas y sociales. Algunos eventos físicos pueden ser una amenaza pero no todo evento físico se asocia a un desastre. Por otra parte, no hay relación directa entre magnitud e intensidad del evento físico con el del desastre.


Han tenido que buscarse interpretaciones alternativas que rompan con la idea   de que terremoto es igual a desastre y que desastre es igual a desastre natural. En los últimos 40 años se ha transitado de interpretaciones “fisicalistas” asociados a intervenciones para prepararse y responder a los desastres (el tema de mitigación de desastres es emblemática en  ese  sentido).  En  la  noción  de  salud  está  incluido  el  proceso  de  formación  de  la enfermedad  pero también del proceso de recuperación. Claro que esta temática de gestión del riesgo se define de alguna forma por eventos físicos que pueden causar daños, pero lo central en la constitución de la noción de riesgos, es que el riesgo se construye socialmente, esto es lo fundamental. Desde lo cual y para lo cual empiezan las ideas de investigación y cómo intervenir desde la docencia.


El riesgo como proceso social debe ser referido a alguno de los dos contextos en el que se constituye. Como riesgo existente afectando de algún modo a las poblaciones (por ejemplo vivir en ámbitos de acción del volcán activo o en zonas inundables) y por lo que hay que atender e intervenir para reducir, limitar y mitigar ese riesgo; en este caso hablamos de Gestión Correctiva. Pero no es el único contexto. Hay que recordar que hace tiempo se hablaba  de  un  ciclo  continuo  de  desastre,  habiéndose  definido  la  problemática  como desastre y las fases como fases inevitables del desastre. Con la Gestión del Riesgo, nos encontramos con la gestión en torno al riesgo existente y con la gestión en torno al riesgo a futuro, que nos lleva a hablar de Gestión Prospectiva. Digamos que en los próximos 40 años, si el Perú pasa de 28 a 70 millones de habitantes, eso conducirá a demandas con niveles  mucho más altos, igual con el PBI, la pregunta en este escenario futuro es en qué condiciones de riesgos van a existir o estar las viviendas y esa población. Cuando uno ve el riesgo en la sociedad, es imposible pensar que el modelo de riesgo y de desastre en 1917 es igual al actual. Por ejemplo, en los contextos de sustituciones de importaciones o el contexto actual de neoliberalismo y globalización, y en el futuro será el contexto de la post globalización.


Sea riesgo existente o a futuro, hay un proceso de intervención organizado en términos de procesos de construcción social del riesgo, a diferencia del proceso de construcción física del riesgo. Si uno habla de probabilidad de ocurrencia del fenómeno físico eso no corresponde al del riesgo aunque puede ser legítimo entender lo físico, corresponde a una relación parcial entre el hombre y la naturaleza, el proceso social es más complejo, pues corresponde a inter relaciones con otras dimensiones de la misma realidad. Cuando uno piensa en mitigación y prevención limitamos a la ingeniería, porque se estrecha el pensamiento y la acción a la construcción de mejores edificios o diques, es decir, a modificar la naturaleza. Pero qué hacemos con la sociedad para reducir el riesgo.


Precisamente, ha sido la humanización y socialización del problema, lo que está detrás de esta nueva concepción, porque los procesos de construcción del riesgo son al mismo tiempo los procesos de desarrollo de los estilos de vida, de producción y de distribución. Es sobre esos procesos que hay que intervenir. Algunos considerarían que trasladando a la población de una pendiente a otra zona han mitigado el riesgo o desastre, pero sabemos que con el tiempo ese mismo sitio será ocupado por otra gente; entonces, estamos obligados a ver el proceso que impulsa y está detrás de la ocupación de pendientes y por tanto explorar los modelos  de  desarrollo. Por  ejemplo,  con  la  sustitución de  importaciones la  gente  fue obligada a emigrar. En Tanzania la captura del CO2 está conduciendo a la gente que se traslade a zonas con sequía; o el caso de Argentina, donde la expansión del cultivo de la soya ha aumentado las inundaciones afectando a la ganadería estabulada que tiene que trasladarse a otros sitios.


Entonces, al abordar esta temática en los programas de educación, la pregunta es ¿dónde pondremos el problema?, en la sección de desastres o en gestión del riesgo, o en ingeniería ambiental. Si uno descompone el riesgo, desde las causas y factores del riesgo, eso nos conduce a tratar de entender y centrar el concepto. El riesgo se construye en la inter relación de la amenaza y la vulnerabilidad, en el medio. La amenaza está referida a la peligrosidad asociada al evento físico. Levantar el puño es diferente a pegar. La amenaza es el potencial peligro. Lo que nos remite al potencial daño asociado a un conjunto de eventos físicos que pueden contribuir a la generación de los daños. Pero, ¿qué convierte a un evento físico en amenaza, en un potencial con capacidad de generar pérdida o daño?. Primero, tienes que estar expuesto al río; pero, ¿qué determina la exposición de la gente?. La gente no decide ubicarse en la zona de riesgo por un acto de sólo voluntad, sino por las características determinadas del proceso de expansión urbana, por tanto el tema de exposición es un tema de planificación territorial,  de planificación urbana. En el tema de exposición, la intervención tiene que involucrar a la entidad de planificación urbana.


Cuando hablamos de amenazas, hablamos de las amenazas naturales y antropogénicas, pero también de amenazas socio-naturales, término que se introdujo hace años. Natural es producto del entorno natural tal como sismicidad, eventos volcánicos, es difícil asociarlo con nosotros. Con el cambio climático esta separación se pierde, porque es un proceso de combinación de ciclos naturales y sociales. Hay amenazas que nosotros hemos creado con nuestras prácticas, al cortar los manglares o deforestar la cabecera de la cuenca, o cuando construyo una ciudad sin asegurar la descarga pluvial; entonces, la sociedad genera amenazas nuevas, nuevos procesos de erosión o de inundación. Aquí estamos ante una nueva pregunta ¿quién va a tratar ese tema?; ¿el Ministerio del ambiente, o la entidad de gestión de riesgo o de desastre?; y en relación a su tratamiento científico, ¿dónde se trata en  las  disciplinas académicas?. Cuando  pensamos que  lo  que  está  en  juego  es  una reorganización, una reasignación de responsabilidades, siempre he pensado que hablamos de mitigación de desastres


Por el desarrollo de la sociedad y porque se han producido esas pérdidas, hemos creado el concepto de desastre; pero, ¿qué representan estas pérdidas y daños?. Lo que está en juego es vivir en armonía con el entorno natural y con el entorno que hemos construido. No veo por qué un ingeniero que enseña cómo construir un edificio tiene que ser un experto en desastres, de modo semejante por qué un agrónomo decidiendo ajustes de cultivos con la sequía  tiene que ser un experto en desastre, pues si el entorno cambia los cultivos tienen que cambiar. En El Salvador me informaban de una zona en la que ahora todos los años hay sequía, entonces a lo mejor ya se convirtió en una zona árida, es decir, ya es un estado permanente, ya no es un problema de desastre, sino el asunto es cómo nos ajustamos a este cambio. Entonces, de lo que se trata es de recuperar dentro de las disciplinas académicas un factor más en todo el debate de la sostenibilidad, el factor del riesgo, de modo  semejante  como  tratamos  el  tema  de  género,  porque  son  co-sustanciales  al desarrollo.


¿Cómo  incorporar  el  riesgo  que  es  constitutivo  del  desarrollo?.  El  riesgo  no  es  algo separado del desarrollo, construir desarrollo es la no construcción de riesgo, por tanto tenemos que “desdesastrar”, redimensionar el riesgo como faceta o componente de lo que nosotros hacemos como profesionales, y no caer en la trampa de que es algo autónomo. Hemos creado el tema de riesgo, el tema de desastre, el tema de desarrollo, como cosas independientes, así como lo hemos hecho con el tema de pobreza, pero los pobres no son pobres  por  ellos  mismos,  independientemente  de  causas  tales  como  el  patrón  de distribución de los ingresos, por ejemplo.


Habiendo colocado en la mesa los conceptos de riesgo y desastre, ahora el reto es ubicarlo bien en términos de desarrollo. Debatir sobre bases conceptuales de ¿cómo introducir en los currículos de múltiples intentos universitarios, esta problemática como gestión de riesgos y no como de desastres?. Para una mayor profundización del tema, dada las limitaciones de esta ponencia introductoria, se les entregará documentos conceptuales que elaboré2.



Conversatorio sobre la propuesta conceptual


(i)   Lincoln Alayo: en la Universidad Nacional de Trujillo no tuvimos acogida como se ha dado en la experiencia de las otras universidades porque cuando hablamos con los decanos o rectores nos dijeron “pero no conocemos qué es eso de gestión de riesgo”, además se refirieron a que años atrás “usted nos vino con manejo de emergencias”. Otra dificultad es que no encontramos profesionales formados en el tema, expertos en el tema. En Trujillo nos encontramos que no teníamos las herramientas académicas para introducir el tema en el post grado. Necesitamos fortalecer el tema académico.


Allan Lavell: acá tenemos el dilema conocido, por dónde empezar, por “el huevo o la gallina”. Pero tenemos que ser capaces de trasmitir conceptos. En todos los países el enfoque de gestión del riesgo lo están utilizando pero ajustándolo a sus necesidades. El tema de Gestión del Riesgo nació después de octubre de 1998, en Centro América. No existía antes como concepto. No salió como concepto sustituto a mitigación o a atención del desastre, salió como tema del desarrollo. Se insistió en hablar de desastre y desarrollo, pero esa  propuesta no dio más. En el debate, el tema de Gestión del Riesgo como tema de desarrollo, aún no tiene aceptación plena, es una propuesta aún en debate.


(ii)   Rosario  Gómez:  en  su  experiencia  ¿de  qué  manera  ha  logrado  desarrollar metodologías para comunicar los alcances de este enfoque en las diferentes disciplinas y con los pares en los espacios y cátedras académicas?. 2 Fueron entregadas a los y las participantes el texto titulado “Apuntes para una reflexión institucional en países de la Subregión Andina sobre el enfoque de la Gestión del Riesgo”


Así mismo PREDECAN entregó el texto titulado “Anexo 1. Sistematizaciones de definiciones referidas/referenciadas por entidades CAPRADE en la Subregión Andina sobre Gestión del Riesgo, Prevención y Atención de Desastres/Defensa/Protección Civil en la Subregión Andina”.


Allan Lavell: desafortunadamente he tenido que dejar la docencia hace unos 10 años, los continuos viajes dificultaron continuarla. Del último curso que desarrollé en la Universidad de Costa Rica, los dos mejores estudiantes ahora tienen altos puestos en instituciones que trabajan el tema. La gente se informa y conoce el tema por lecturas, esa es mi experiencia. La red temática tuvo alcance por su página web y las conferencias. Hay pocos que le dan la espalda a la temática, estamos sujetos a modelos interpretativos que son más intuitivos que por análisis. Me atrevo a decir que todos somos neófitos en prevención y mitigación de riesgos, pero sí tenemos gran experiencia en respuesta a los desastres. Actualmente en la preparación de desastres hay numerosos programas, pero la mayor parte de la gente que trata el tema de Gestión del Riesgo ha aprendido en el campo. Si uno pregunta quiénes son tus ídolos en tal o cual disciplina o temática, obtenemos respuestas que evidencian que conocen a los fundadores en su respectivo tema o disciplina científica o académica; pero si pregunto sobre Gestión del Riesgo o de desastres no hay una respuesta porque aún no hemos constituido las bases, aún no logramos avances hacia una consolidación. Como sucede en América Latina, que hemos hablado de reforma curricular en todos los niveles educativos, pero terminamos con brigadas de respuesta, sin definir el modelo conceptual para esa reforma. Hace poco tuvimos un Taller Subregional, y aún no hemos logrado el modelo conceptual entre Gestión del Riesgo y Desastre; estamos aún explorando, aunque las metodologías están creciendo,  hay  avances  en  las  innovaciones  de  herramientas,  pero  no  son desarrollos sistemáticos.


(iii)  Groverly  Nuñez:  más  fácil  es  entrar  por  la  atención  del  desastre,  hay  más voluntarismo. Pero en el enfoque de riesgo es de mayor grado conceptual, habría que incorporarlo en las Escuelas de Post Grado, o en su defecto sería tanto a nivel de pre y post grado. Las limitaciones del Post Grado residen en que los cursos son muy cortos y se tocan aspectos muy puntuales en la investigación, tampoco hay espacio para integrar el concepto con la práctica. ¿Cuáles serían esas partes que deberíamos manejar en los currículos de pre y postgrado para que aterricen en la Gestión del Riesgo?.


Allan Lavell. Hay un imperativo en la respuesta humanitaria. El asunto es ¿cómo aprovechar los eventos para ir más allá de la respuesta?. En el análisis del desastre, el ingeniero explica el daño pero no explican el no daño. En Costa Rica había comunidades con daños y otras comunidades sin daños, pero la diferencia no era en gestión de riesgos. Las primeras habían desnudado la pendientes y cultivaron, las segundas dejaron la maleza y ahí cultivaron, la pregunta es ¿eso es gestión de riesgo o es una buena práctica agrícola.



2. La transversalidad en la educación ambiental y de gestión de riesgos en la universidad


Exposición de David Solano3

Introducir el tema transversalmente requiere no sólo manejo de los términos técnicos sino también el manejo de los temas pedagógicos.

¿Porqué introducir el tema de desarrollo en la universidad?. Porque la universidad debe estar al servicio de la sociedad, la ciencia por la ciencia no sirve mucho a la sociedad, tiene que  ser  una  ciencia  para  el  desarrollo. La  universidad debe  formar  e  investigar  para colaborar en mejorar esa realidad, insertarse en los procesos de mejora. La universidad debe formar e investigar para el desarrollo sostenible que incluye lo ambiental. Debe ser ética, es decir, tener la capacidad de crecer sin perjudicar a nadie, pero muchas veces la universidad crece a espaldas de la realidad en la que está inserta. La universidad se ha convertido en un negocio en muchas partes de América Latina, busca su crecimiento sin arrastrar a la sociedad a su crecimiento.


El mayor impacto de la universidad son las decisiones de sus egresados; por ejemplo, un funcionario firmando una resolución puede impactar en un mayor territorio o una mayor población, que un grupo de campesinos con prácticas inadecuadas agrícolas. Por eso en la formación de los profesionales, hay que propiciar conocimiento significativo, es decir, el conocimiento que se convierte en algo importante para la persona. La universidad debe ser coherente con sus mensajes internos y externos; si propone gestión de riesgos tiene que practicarlo. La universidad debe propiciar el diálogo de saberes entre lo occidental y lo andino y lo amazónico, pero también el diálogo entre disciplinas, debe no sólo enseñar técnicas sino fundamentalmente debe enseñar a aprender, a buscar la verdad de lo que está haciendo, inclusive a aprender a desaprender cuando el conocimiento aprendido ya no es útil.


Hay  que  cambiar  la  visión  utilitarista  del  desarrollo,  aquella  según  la  cual  se  genera desarrollo porque se les da computadores o porque hay inversión en un espacio, por ejemplo. Pero si no hay gente preparada para insertarse en ese proceso no se va a tener desarrollo, porque el desarrollo pasa por desarrollar las capacidades humanas. Desarrollo no sólo es un tema de lo visible sino de las capacidades que se están generando. La transversalidad consiste en incluir temas como parte diaria de las personas, en cada uno de sus ámbitos de la vida, en los procesos de investigación, de formación, de extensión y de gestión.


Hay que recordar la importancia de la educación. Si la gestión ambiental en la gestión del riesgo no se convierte en solución y prevención con la participación de la población a quien va dirigida la educación y la comunicación respectiva, entonces no se modifica la realidad. La educación opera en el tener interés, conocer, valorar, saber que hacer. Por eso mismo, hay que trabajar en el desarrollo de las capacidades de las gentes para que se inserten en procesos de desarrollo. La educación tampoco por sí misma va a resolver los problemas requiere  la  confluencia  de  otros  factores.  La  gestión  del  riesgo  es  también  un  tema ambiental.


3 Director de Educación y Cultura Ambiental, Consejo Nacional del Ambiente, CONAM, Perú


La educación ambiental es un proceso educativo permanente que busca generar conciencia ambiental, por lo  que no sólo busca sensibilizar sino comprometer. Hemos limitado la educación ambiental a la educación escolar.  En las instituciones educativas tenemos que asegurar que las personas sean competentes para resolver los problemas. Ahora la educación se basa en el desarrollo de esas competencias. Si busco un gerente, la pregunta es ¿qué capacidades hacen competente a un gerente?. Es importante abordar la educación para  formar  personas  competentes. La  competencia  es  un  saber  hacer  para  resolver problemas y lograr propósitos, en distintos escenarios así como saber en qué contexto utilizarlos. Hay que formar tres tipos de competencias: conceptual (saber), procedimental (saber hacer) y actitudinal (saber ser).  En el tema de gestión de riesgos hay que abordar qué capacidades hay que desarrollar en cada uno de estos tres tipos de competencias, que corresponda al perfil profesional que se busca formar.


¿Cómo   facilitan   los   temas   transversales  el   aprendizaje?.  Facilitan   los   contenidos significativos (exige vivencias), recupera la experiencia personal, visualiza sus posibles vías de aplicación, conecta el currículo con la vida, atiende preocupaciones sociales, genera valores alrededor de los temas, puede ser crítico de los valores legitimados por grupos de poder. Interesa también tratar el ¿cómo los temas transversales pueden ser mejor aprendidos?; si se insertan en un marco de resolución de problemas que conduzcan al desarrollo. Toda universidad tiene un currículo oculto. Puede enseñar como hacer gestión ambiental pero si lo que se hace en la universidad es una gestión que deteriora, no ayuda. El Consejo Nacional del Ambiente (CONAM) con la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) están trabajando indicadores para evaluar las prácticas de investigación, extensión y gestión en educación ambiental.


Finalmente, hay que preguntarnos sobre las alternativas de trabajo para lograr la transversalidad: unidades dentro del programa, temas dentro de una unidad, materias o créditos optativos, contenidos transversales, pero también involucrarse en la vida diaria. Con el recurso que se tenga hay que hacerlo, aunque nos demoremos un poco más, hay que hacerlo porque responde a una necesidad del país. Los obstáculos para la transversalidad son: la mirada fragmentada de la realidad (la fragmentación es algo que lo creamos nosotros porque no existe en la realidad, pero debemos tener capacidad para mirarla completa); cultura interna homogeneizadora y/o autoritaria (hay universidades con feudos internos, sin voluntad de cambio): énfasis en curriculum disciplinario (currículo es diferente al sylabus); la poca capacidad de liderazgo: escasa comprensión y preparación de los docentes o de las autoridades; pero también resistencia a deconstruir. Las estrategias para superar estas limitaciones son: desarrollar miradas sistémicas y holísticas; cultura pedagógica que acepta la   diversidad;  y   formar  profesionales  con  objetivos,  entre  otros.  Hay  que  aplicar metodologías de aprendizaje basadas en problemas específicos dentro del aula, o basado en problemas sociales (es decir, aplicada a los problemas que existen en el campo), pero sin caer en el asistencialismo, siempre orientándonos a formar capacidades en esas zonas.


Conversatorio sobre la propuesta educativa


(i)   Elsa Galarza: coincidimos con esta visión sistémica pero en la práctica cuando vamos a hacer una evaluación ambiental nos vemos obligados a fragmentar las entradas para abordar la problemática. Sin embargo cuando alguien viene de fuera, nos dice “oye, separados el aire, el agua y el suelo, así no funciona el medio ambiente”, pero por   cuestión de metodología tiene que hacerse. Son planos complicados de manejar.


David  Solano:  la  fragmentación es  la  mejor  forma  para  expresar  pensamientos complejos, de comunicar ideas, pero es diferente a realizar la aplicación sin tomar en cuenta las interrelaciones. En el Postgrado se elaboraba el diagrama de influencias, porque la realidad es compleja, al momento de decidir y ejecutar tiene que tomar en cuenta esa inter relación. Un error que podemos cometer es plantear que la realidad es lineal, un buen gestor ambiental es el que encuentra problemas y temas donde los otros no lo encuentran, porque supo relacionar uno con otros, encontrar las inter relaciones, pues son ellas las que nos acercan a la realidad.


(ii)   Lincoln  Alayo:  ¿con  qué  herramientas sensibilizamos a  las  universidades?, hay experiencias de procesos participativos en la mejora de currículas.


David Solano: creo que el tema no es sensibilización, el tema es formar capacidades para intervenir en el problema. El proceso lógico consiste en la identificación de problemas, identificación de capacidades para la solución de esos problemas, luego identificación de contenidos necesarios en el currículo, qué contenidos debo incorporar  en  el  sylabus,  luego  ejecutar  y  evaluar.  Hace  tres  años  estamos trabajando  en  agendas  ambientales  con  la  Universidad  Católica  Santa  María. Primero se preguntó qué capacidades debían lograr los profesionales, cada facultad determinó  los  contenidos  de  los  cursos  que  tenían  que  contribuir  a   esas capacidades, y en función a esos requerimientos se capacitó a los docentes. Ese fue el trabajo participativo. Se modificaron las sumillas, se oficializaron, y en función de ellas los docentes están obligados a cumplir esos sylabus, entonces tuvieron que capacitarse. Eso tomó 3 años. Más que el tema técnico, que se podía resolver con expertos locales para introducir contenidos, el liderazgo fue lo más importante.


(iii)  Lincoln Alayo: eso fue viable porque se trató de una universidad particular, porque si fuera  nacional  sería  más  engorroso  y  demoraría  unos  6  a  7  años,  aunque actualmente podría ser menos. En el año 2002, propusimos a la Universidad Antenor Orrego, que formen brigadas universitarias para trabajar con Defensa Civil   y se hicieron, esas brigadas sirvieron para dar sostenibilidad a otros proyectos ambientalistas. Considero que la sensibilización es importante y requiere prácticas como estas brigadas de defensa civil. Muchos egresados han pasado por esas brigadas y tienen más claro el tema de concepción de riesgos, que en cierta forma están siendo recogidas por las empresas mineras y agroindustriales en su gestión.


David Solano: la práctica por la práctica sin la base conceptual también puede perderse. Los profesores que trabajan con estas brigadas tienen que ser reforzados en los contenidos de la carrera profesional, como parte de la formación universitaria. Lo que usted acaba de mencionar como experiencia es el concepto de aprendizajes sociales. Toco conceptos en el aula que se aplican en proyectos sociales. Es un tema que debe formar parte de la política de la universidad.


(iv)  Jorge Bernedo: hay alguna forma de evaluar la transversalidad sabiendo que se cruza y no se hace visible en los resultados finales. Hay ciertas formas actitudinales que no se pueden medir, por ejemplo, la honradez.


David Solano: si se puede medir midiendo las capacidades; incluso las actitudes pueden  ser  evaluadas. La  encuesta  de  opinión  es  un  ejemplo  de  cómo  medir actitudes. Puedes medir la actitud frente a la honradez, en cómo reaccionas frente a las circunstancia. Cuando formamos en valores se reduce la probabilidad de que la persona no sea honrado y lo que se mide es la actitud frente a la honradez.


(v)   Elfer Miranda: las universidades tienen que evaluar lo que hacen, de nada vale tratar sobre gestión ambiental y cambio climático, si no se mide lo que se hace, si es pertinente o no, por ejemplo. Cómo estructurar esta temática de gestión del riesgo a nivel  de   postgrado  de   tal   manera  que  se   tenga  conocimiento  genérico  y metodológico, para no caer en el voluntarismo de la práctica. Si no tenemos claridad conceptual, aunque no haya referentes mayores, eso no implica que no se pueda asumir y desarrollar esa propuesta a nivel de Post Grado. Hay que dar el paso de implementar maestrías, diplomados, doctorados que estén vinculados a proyectos de desarrollo institucional. Eso supone procesos de planificación, la vinculación de las propuestas de Gestión del Riesgo al sistema de planificación de la universidad, asegurando además la elaboración de propuestas metodológicas, que no pueden estar variando según contextos, sino tienen que estar sustentadas desde la perspectiva de la ciencia. La metodología cualitativa es muy importante pero no todo puede ser cualitativo. Saquemos compromisos de incorporarlo curricularmente, pero tendrán sosteniblidad si se articula al proceso de planificación y evaluación académica.


David  Solano: todo tiene que ser paso a paso. Incorporar en el currículo es un tema educativo, así el cómo formar capacidades en gestión del riesgo en el doctorado y la maestría. Otro paso es cómo esto se incorpora en la marcha de la universidad, es otro plano, pero coincido en que están relacionados.


(vi)  Joanna Kámiche: en  el  horizonte de  mediano y  largo plazo, la  idea es  que el contenido de Gestión del Riesgo y de Cambio Climático estén incorporados en las maestrías y doctorados. La primera idea es discutir la parte conceptual y metodológica, en la ruta de impulsar formación de capacidades.


(vii) Groverly Nuñez: la transversalidad se busca en los currículos, es la integración paralela a las materias que se imparten, se dan cursos y buscamos momentos para que se integren, así lo hacemos en la Facultad en la que laboro. La transversalidad tiene que involucrar el quehacer educativo universitario y postgrado que es nuestra tarea. Hay que cuidar que no se transforme la transversalidad en maquillaje; si falta algo se podría responder con implementarlo, pero separado del conjunto. Hay un asunto práctico que tenemos que atender: hay maestrías que por la vocación que tienen son más dóciles para incorporar estos conceptos, otras son más racionales como las de matemáticas donde es más difícil. Se trata de incorporar este tema en las diversas áreas, dado el contexto de lo que va a acontecer con el planeta que “sí o sí” va a darse. Incorporarlo con conceptos muy claros del problema y los que desde su disciplina puede atender, no será de manera integral pero sería un avance. El primer paso sería ir aterrizando en el listado de conceptos que tendríamos que ir trabajando. Eso nos ayudaría mucho. Por ejemplo, en la Facultad de Arquitectura, el problema ambiental es parte del riesgo, al final quien puede dar una charla sobre gestión ambiental es el ecologista y el resto no, pero deberíamos buscar una cierta universalidad.


David Solano: tomando lo que planteas; por ejemplo, la pobreza que es transversal, cada ministerio tendría que saber cómo contribuir desde allí para la resolución de la pobreza. No se tendría que crear un nuevo espacio o entidad, sino que cada uno sepa qué hacer en un tema determinado relativo a la Gestión del Riesgo. Por eso el concepto de capacidades es muy importante. La pregunta es ¿qué es lo que el arquitecto tiene que saber para contribuir a encarar la Gestión del Riesgo y el Cambio Climático?. Definir conceptos técnicos y metodología pedagógica. ¿Cómo la maestría, post grado, pregrado contribuyen a formar capacidades y dar soluciones para encarar la problemática?. Esas son las preguntas centrales.


(viii) Joanna Kámiche: hacerlo transversal es un proceso, por tanto ¿cómo planificar para lograr que el tema se transversalice, cuál es la secuencia de pasos, desde nuestras diferentes universidades o programas?.


(ix)  Jorge Bernedo: en la ANR se ha empezado a establecer indicadores para evaluar sobre el conocimiento de la temática, por lo menos para llegar a respondernos qué aspectos se requiere manejar y dónde deben ser incluidos, tanto en los cursos teóricos y prácticos, precisar los campos de cómo este conocimiento puede ser incluido.


(x)       Nancy Zapata: mi especialización es en planificación pública y gestión del riesgo.


David Solano: Considero que sí deberíamos tener algún curso o temática específica en relación a la Gestión  del  Riesgo.  Cuando  planteo  la  gestión  prospectiva me  refiero  a  hacer correctamente las cosas, es decir, construir evitando generar riesgos, sea generar peligros o generar vulnerabilidades. Pero esas son cosas que no nos da la profesión, pues se nos da sólo las cosas y condiciones a tomar en cuenta para construir, a pesar de que la realidad nos dice que hay pérdidas y daños. En ese contexto no es conveniente hacer un curso específico, una maestría específica, cuando queremos resaltar alguna variable, es importante tener un marco conceptual que nos indique las prácticas adecuadas. Si se tiene una maestría en gestión del desarrollo hay que incorporar la gestión del riesgo entre otras variables para que contribuyamos a un desarrollo sostenible. Desde mi punto de vista es necesario recalcar esta variable entre muchas para la gestión del espacio.


(xi)  Allan  Lavell:   comparto  100%  lo  planteado  por  Nancy.  La  temática  ha  sido determinada reactivamente frente al desastre y al riesgo existente. Hace 10 años nadie planteaba incorporar la prevención en la inversión pública para que se haga bien, antes había que hacer prevención del desastre. El desafío es establecer los nodos de las relaciones que forman parte de la temática. Hacer las cosas bien no sólo pasa por los cálculos, la estructura, la aceleración y otros asuntos propios de la ingeniería, no es suficiente para prever riesgo. La obra, que puede ser un sistema de agua potable en una comunidad, desde lo ingenieril queda definido autónomamente, definido en un terreno y  su área circundante, pero el  asunto ya no es sólo el problema de si existe un acuífero, sino si está suministrado por una foresta en la cabecera, si hay acceso a fuentes alternativas en caso varíe el clima. Hay un tema holístico en el enfoque de gestión del riesgo y hay que introducir el tema holístico en la fragmentación. No hay que comunicar ni interpretar ni decir fragmentadamente. No es simple la puesta de los conceptos en un documento para todos los disciplinas. Cuando se cae el edificio no son los economistas ni los ecólogos que rescatan a la gente, pero tampoco cuando se planifica el edificio están. Hemos inter relacionado intuitivamente, hay que hacerlo consistentemente.


(xii) Elsa Galarza: si el marco conceptual sale de la visión holística, entonces por la importancia de estos dos temas hay que tener maneras para visualizarlas a más a largo plazo. Las experiencias que se han expuesto nos pueden dar aportes para plantearnos las mejoras curriculares que tenemos que impulsar. La raíz de esto es apostar y trabajar la visión holística, enfatizar el tema de la educación más integral y más holística.


(xiii) Allan Lavell: hay que empezar de la totalidad, no sé cómo hacerlo, pero hay que hacerlo. Las especificaciones de las técnicas de soportabilidad que se le da al sistema constructivo no están en la carrera profesional sino en la economía familiar.


David Solano: la realidad te da lo holístico, en el marco de esa visión hay que definir en qué contribuye a la formación cada disciplina. Pero el asunto es que hay que empezar a hacerlo, conociendo las condiciones de hacerlo. Muchas veces las respuestas a estos temas no están en la carrera que uno ha seguido sino en otras disciplinas, ese tipo de apertura es importante para abordar esa realidad holística.


(xiv) Daniel Qiuno: hay tres asuntos que hay que trabajar. La maestría no es la estructura adecuada porque tiene limitaciones para incorporar la Gestión del Riesgo o hacer una en esa temática. En cambio sí es adecuado el incorporar la temática en todas las carreras posibles y en todas las formas posibles. La PUCP incorporó obligatoriamente la ética en toda la formación y se da el curso de ética en todas las carreras. Pero el problema de redacción de los alumnos no se resuelve con un curso específico, en este caso la alternativa es que en todo curso se incorpore ese cuidado y que el docente tenga buena redacción. Hay varios campos: otra forma es que cada profesor haga la incorporación dentro de sus cursos, otra que las universidades establezcan en toda carrera el incorporar esos temas en algunos cursos.


(xv) Luis Rueda: nosotros tuvimos una experiencia de insertar un curso de prevención de desastres en la Facultad de Ciencias, también se insertó un curso de gestión de riesgos  como  experiencia  piloto,  cuya  propuesta  me  tocó  desarrollar.  El  gran problema es cuando se quiere introducir en las 23 especialidades. Lo que estamos haciendo es revisar el planeamiento estratégico para ver qué parte está relacionada a la Gestión del Riesgo. Por otra parte las condiciones de la misma universidad son vulnerables (las estructuras no son de calidad adecuada, no hay señalización o condiciones de seguridad) y estamos avanzando para mejorar la calidad, por ejemplo se hacen simulacros organizados por el curso de prevención de desastres, ahora están yendo a comunidades para identificar amenazas, vulnerabilidades y riesgos. Sobre la implementación de la mejora curricular, no hay dificultades en la universidad particular porque una vez que definen se implementa pero en las universidades nacionales hay que sustentar y pasar por una ruta de gestión más larga. En el curso de Educación Ambiental se establecieron los perfiles de capacidades, a nivel de pregrado; pero aún falta realizarlo en el postgrado de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible.

4 Docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú que participó en esta sesión del Taller


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