El impacto de los desastres es variado: daños a la
infraestructura económica y social, alteraciones ambientales, etc. Más aún, el desastre,
aunque se concentre en un punto geográfico determinado, por efectos irradiatorios
afecta las condiciones nacionales de vida en asuntos como las migraciones, la
proliferación de vectores y epidemias, mermas en el comercio nacional e
internacional, etc.
Desastre y Vulnerabilidad
El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del
hecho meteorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho
en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de
fallas en el sistema social
para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos
naturales.
Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del
fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además
de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen
a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo. La vulnerabilidad es la
probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el
grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales.
Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir
la vulnerabilidad de las sociedades.
Impacto y Respuesta en la Sociedad
Las primeras crónicas de desastres datan del siglo XVI y
desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado
frente a las emergencias ha entrañado una combinación de improvisada
generosidad con abusos oportunistas. Ocurría un desastre importante y sus
efectos se iban olvidando con el paso de los años hasta que nuevamente la
naturaleza mostraba su cara tenebrosa y la gente se veía obligada a sumergirse
en la acción, como si las actividades meramente físicas de desenterrar de entre
los escombros a muertos y heridos, ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar
de nuevo los campos, pudieran suavizar el hecho de que sería cuestión de tiempo
hasta que la adversidad llamara a la puerta y hubiera que enfrentar un próximo
desastre.
La realidad muestra que esta era la manera como se manejan
los desastres en nuestra región. La mayor parte de las veces el socorro se
presta con mucha generosidad y solidaridad, pero adoptando medidas improvisadas
y poco coordinadas, con lo que se presentan problemas de competencia entre
sectores y adicionalmente una respuesta internacional de ayuda que no es la más
apropiada técnicamente o la más sensible culturalmente.
Esta respuesta o fase de socorro que incluye la
rehabilitación y reconstrucción inmediata, cada vez se hace más frecuente y más
compleja debido al crecimiento de la población expuesta al riesgo y a la dependencia
en aumento de la sociedad respecto a servicios indispensables como agua,
electricidad, comunicaciones, carreteras y puertos así como la necesidad de
organizarse con el fin de responder mejor a los diferentes problemas que
generalmente acompañan a un desastre, es decir: rescatar a los sobrevivientes,
atender a los heridos, apagar los incendios y controlar los escapes de
sustancias peligrosas, brindar albergue, agua y alimentación a los
damnificados, evacuar a las personas a lugares más seguros, establecer comunicaciones, resguardar la seguridad y el
orden público, e identificar y disponer de los cadáveres, entre otros.
La fase de respuesta es compleja, porque además de la gran
cantidad de entidades que participan, el problema mayor radica en la toma de
decisiones sin medir sus repercusiones.
Se complica aún más si se pretende tomar decisiones y dirigir
las operaciones sin conocer siquiera su funcionamiento en condiciones normales
en lugar de coordinar los esfuerzos de los actores locales.
Vulnerabilidad Social y La Variable Riesgo
Un
criterio, bastante generalizado en las ciencias sociales, es que un fenómeno natural
alcanza la categoría de desastres cuando es conjugado con determinadas condiciones
sociales en este sentido, el desastre es un fenómeno social, no la ocurrencia
del hecho meteorológico, sísmico o volcánico, sino el impacto de ese hecho en
una comunidad o sociedad, o sea cuando golpea de tal forma al sistema social
que afecta la capacidad de éste para manejarlo y recuperarse , afectando en grado
sumo a las personas, sus bienes y los recursos de la comunidad.
Vivimos en un mundo complejo tanto por las relaciones de los
hombres entre sí, como por las relaciones de los hombres con la naturaleza
sumada a la problemática asociada a la conservación del medioambiente.
De ahí que, asociado a la problemática de los desastres, hay
que plantearse la vulnerabilidad del sistema social a la ocurrencia de
desastres. Por consiguiente, en sentido general, la vulnerabilidad es la
probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el
grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales.
Podemos decir entonces que los desastres son evitables con
las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las
sociedades. Altos niveles de educación, salud y organización comunal, sistemas
de alerta, de prevención y de asistencia ante amenazas naturales, constituyen
la clave del éxito.
En todos los tiempos y culturas el ser humano generalmente
ha tenido una actitud pasiva y facilista o ignorante frente a las dinámicas del
medio ambiente. Aún está profundamente arraigado el considerar las manifestaciones
violentas de la naturaleza como designios de Dios o asuntos ineludibles de la
naturaleza misma.
Es común que ello se exprese en actitudes fatalistas, de
resignación y postración, o simplemente de rechazo frente a un tema en el cual
el bienestar o incluso la vida están comprometidos en un futuro incierto.
Planificar y proyectar con la variable riesgo incorporándola
en los Proyectos de Inversión Pública y Privada a nivel Regional, Provincial y
Distrital es, fundamentalmente (y el término mismo lo implica) un proceso de
toma de decisiones técnicas y políticas frente a riesgos ocasionados por
peligros naturales, socio naturales y antrópicos que afectan negativamente el
capital productivo como producción agrícola, instalaciones industriales; la
infraestructura económica como puentes, carreteras, energía; y la infraestructura
social como vivienda , servicios básicos de salud, educación y agua potable.
Todo ello tiene un impacto negativo en las condiciones de vida de la población,
no solo en el corto plazo sino también en el mediano y largo plazo, en términos
de crecimiento económico.
Cada vez más, se espera un estrecho compromiso entre la
búsqueda de mejor calidad de vida, de opciones de desarrollo y de la menor
influencia adversa sobre el medio ambiente, lo que conduce a la necesidad de
entender la complejidad de la Gestión del Riesgo de Desastres, tratando sus
diversas facetas: culturales, históricas, antropológicas, científico-naturales,
técnicas, económicas, psicológicos, entre otras.
Hay que pensar más en la responsabilidad que tenemos frente
a la sociedad y con la naturaleza, siempre dinámica y actuante según leyes
naturales y que a veces se nos olvidan. Junio del 2008.
“La educación tiene importancia y prioridad, porque si el
hombre no adquiere, desarrolla y manifiesta conciencia, conocimientos, comportamientos,
actitudes y participación en cuanto a los riesgos de desastres, no será capaz
de prevenirlos. Es importante lograr que la educación contribuya y facilite el
logro de una cultura de prevención, y que la población y las comunidades se
preparen y actúen frente a los desastres.” Mg Zonia Luz Reyes Flores Universidad Nacional de Trujillo Facultad
de Educación y Ciencias de la Comunicación, Doctorando en Ciencias Ambientales.
Centro de Capacitación y Prevención para el Manejo de Emergencias y Medio
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